Poco más de 4.000 almas vivieron el domingo en el estadio Nelson Oyarzún de Chillán otra versión del clásico del Centro Sur, entre diablos rojos y curicanos.

El Estadio Nelson Oyarzún de Chillán se convirtió en un escenario vibrante y lleno de emociones para recibir una nueva edición del clásico del Centro Sur, enfrentando a Diablos Rojos y Curicó Unido. Un partido que no solo se destacó por la rivalidad entre ambas escuadras, sino también por la presencia palpable de las tensiones y las controversias que rodearon el encuentro válido por Copa Chile.

El partido, que tuvo un inicio prometedor, se transformó rápidamente en un auténtico ir y venir de goles: Curicó Unido se adelantó en el marcador y posteriormente se vio superado, solo para finalmente ser derrotado 3 a 2.

Esta dinámica de juego fue acompañada de decisiones arbitrales que suscitaron diversas polémicas, especialmente la sanción de un penal a favor del equipo local y la expulsión de Claudio Meneses, quien, con cinco tarjetas rojas en su haber desde su llegada al club, ha mostrado una preocupante tendencia que sin duda afecta el rendimiento colectivo del equipo.

A nivel táctico, fue necesario que el nuevo capitán, Ronald De La Fuente, asumiera como defensor central tras la expulsión, lo que resume la necesidad de flexibilidad y resiliencia que el equipo debe adoptar en momentos críticos.

Los chillanejos, que fueron anfitriones, dejaron los puntos en casa gracias a los goles de Gonzalo Sosa (33′ y 70′) y Matías Plaza (73′). En los ‘torteros’ se hicieron presente Cristian Bustamante (2′) y Diego Rojas (51′).

A pesar del desánimo que dejó la derrota, los jugadores de Curicó Unido, conscientes de la naturaleza impredecible del fútbol, manifestaron su creencia de que el deporte no siempre ofrece justicia.

En la segunda jornada, Ñublense visitará al campanil en Concepción, mientras que Curicó hará lo propio ante Deportes Santa Cruz.